viernes, 27 de agosto de 2010

Romperles el cuello

Muchas preguntas revolotean en mi mente, están atascadas y a punto de explotar. Cuando era niño recuerdo que había un grupo de mosqueteros pendencieros e inútiles para un fin práctico, solo buscaban hacer notar su superioridad numérica, en fin, gustaban hacerme caer en la condición de tonto, ridículo, menor. Soltaban papeles arrugados en mi espalda cuando merendaba apaciblemente en mi carpeta, yo volteaba a ver qué sucedía y ellos estallaban en risas. La misma historia todos los recreos, pusilánime no era, pero en ese caso no sabía a quién responderle. En medio de ese sarpullido de risas no se me imaginaba nada que pudiera hacer pero ‘ganas no me faltaban’ de romperles el cuello, no crean, todo se quedaba en deseos etéreos. Recuerdo esto de niño porque estoy en ‘el tormentoso tráfico de Lima’. Recuerdo esto porque sea auto particular o transporte público el nivel de impotencia ha llegado a un extremo insuperable. Miles de autos y ninguna planificación. La ciudad ha crecido pero los que se encargan del ordenamiento territorial han sufrido una involución post-moderna. Recuerdo esto de niño porque este problema que nos perjudica a miles son como muchachotes imbéciles que te golpean y no sabes de quién es la responsabilidad: el alcalde del lugar que te rompe las calles a puertas de las elecciones municipales, el alcalde de toda Lima que tiene la ambición equiparable a su negligencia y corrupción, hasta volteo a ver y entre las risas estruendosas encuentro a una candidata a la alcaldía que en su profesión favorecía la importación chatarra de autos usados, que desgracia, volteo a ver y todos se ríen pero no hay ningún responsable. Quizá, romperles el cuello sea la única vía.