sábado, 5 de diciembre de 2009

La alegría fantasma


Qué hermoso día. Como otros días en los que el sol hace de despertador a las 8 de la mañana y allá en la calle se escucha más que un cuchicheo victorioso, éste es un día estimulante. Rogaría a Dios para que a todos las fechas le dé ese entusiasmo para comenzar el día con tanta vehemencia. Inundado por el sudor temprano taconea el piso y se dirige a la radio, la enciende, se desnuda y se acerca al espejo. En él ve un día fructuoso. Se viste de buzo, alista el mp3 y esculpe su mejor voz en el lavatorio. Empapado de entusiasmo empieza el trote, se dirige al parque donde el sol, aún calmo, desnuda los ángulos del citadino bosque con la natural soberbia de su hegemonía ancestral. Vuelve a casa a las 10 de la mañana; el periódico yace en el suelo y la mesa aflora un aroma peculiar. Entra a su dormitorio, revisa el contestador, acomoda sus cosas en el borde de la cama y empieza a dejar al desnudo su cuerpo rojo y calinoso.

A la una de la tarde, luego de la reunión con el alcalde, como hombre distinguido que es, regresa a su casa a terminar el proyecto destinado para fines de año, prende el reproductor de música y se sirve un vaso de ron. Mientras tenga la mente ocupada no sabrá que sus padres están muy lejos de aquí, y que solo lo acompaña el sonido fantasmal y etéreo de un irreconocible grupo extinto.

1 comentario:

MAR dijo...

N O S T A L G I A S...
Aveces duermen y a veces despiertan en nuestros corazones y nuestras mentes.
mar