martes, 8 de junio de 2010

Ayudado por el corazón


HAY POCAS cosas que tengo que contarles ciertas. Una de esas es que no escribo de pura flojera, el ordenador está desordenado y mi mente sino exprimida está satisfecha. Y si escribo hoy es exclusivamente para los que le llega estas lecturas a sus correos con rapidez famélica. No sé por qué los escogí, no sé si quieran leerlo, no sé si llegarán a abrir el correo, no sé si terminarán de leerlo, no sé absolutamente nada de lo que ocurre tras sus computadores. Porque escribo aquí mensajes cortos, ideas fugaces, revanchas viscerales, abluciones entre comillas, sencillas razones de que mi inconformismo hacia la realidad es arribistamente ayudada por la inmediatez de este medio como el Internet.

Y, vamos, he escrito sobre hombres que mueren en la oquedad de una noche en un exceso de machismo, he escrito sobre mujeres que se rinden al placer de unos labios viriles, he escrito sobre señoras que no están en el rango físico atribuible a mujeres de pasados los cuarenta, pero que por su silueta compiten por las miradas de los más jóvenes e inexpertos, he escrito sobre la promiscuidad en la selva y sobre muchachas con problemas mentales que te ponen las tetas en la cabeza cuando viajas en el bus.

He escrito sobre todo esto siguiendo la tendencia, me imagino, de escribir raramente lo que pienso, y más bien escribir lo que pienso que otras personas piensan que yo pienso. No obstante, hoy me permito sublevarme de este vicio delicioso y decirles algo tan íntimo como que estoy muy enamorado. Este estado, de por sí inmensurable, para algunos podría decirse prematuro, aunque lleven mucho tiempo sustentando este hecho, sin embargo hay hechos concretos los que inauguran un estado que científicamente no se tiene idea de lo que es. Y eso ha pasado conmigo en poco más de un año con la persona que más amo en esta vida. Ella ha socavado mis rutinas como una hermosa mariposa que cada tanto va jugando a crear vida a través de un hecho involuntario como es el simple hecho de volar. Desde hace algún tiempo, no sé cuándo, he adquirido esta rutina mágica que constituye un hecho inequívoco de que el amor tiene que ver más con el inconsciente que con el estar despierto: Luego de vestir mi cuerpo y abrigarlo por pura necesidad, encajo en mi dedo anular un aro que simboliza mi compromiso hacia nuestro amor, y si se quiere ser más estricto, un compromiso de un compromiso futuro. Esa es la explicación, mas o menos cierta, de la curiosidad que suscita un dedo con un pícaro resplandor. Quizá sea este el motivo que no escriba con frecuencia. Como dice Sabina, la felicidad no se escribe, se vive, y mientas uno tenga sosiego doméstico las letras estan a la espera de sentir el fuego de la inconformidad que muchos tenemos contenida y que otros disfrutamos su ausencia.

2 comentarios:

María dijo...

Hola, Wilmer:

Cada persona es un mundo, me imagino, que cada cual, escribirá mucho, poco, o casi nada, por diferentes motivos personales, ya he visto los tuyos, está muy bonito tu post.

Personalmente, me gusta escribir, y compartir mis alegrías con los demás, pero también me gusta desahogarme cuando estoy triste, gritar cuando estoy enojada, y escribir poemas de amor porque es mi corazón el que me dicta los versos porque está alimentado, está vivo, siente y late, y necesita transmitirlo.

Saludos.

Unknown dijo...

Amo tu forma de escribir y de desglozar algo tan lidno como el sentirse enamorado.
Que seas muy feliz, ahora y siempre, construyan ese cariño día a día porque así y sólo así se logra la plenitud

bsos!