martes, 22 de junio de 2010

La despedida

 
"Quieres ser rico? Pues no te afanes por aumentar tus bienes,
sino en disminuir tu codicia."
Epicuro


  ESA noche todos estábamos deseosos por saber el paradero de Pedro. La noche anterior había emprendido un viaje que, aunque nos negáramos a aceptar, era un autoexilio. Pedro era el que más simpatía yo tenía. Por su fuerte temperamento, por su enigmática melancolía, pero más que todo porque manejaba un código de moral auténtico. Vivir como vivíamos parecería de indigentes pero detrás de todo ese desorden y desvarío había férreos ideales de justicia. Hacinados todos, éramos como una familia. Yo llegué ahí por mi prima Elizabeth, pero luego ella viajó con su novio a Brasil y yo me quedé con ellos. No éramos menesterosos que habitábamos las veredas de las calles ni tampoco furtivos delincuentes de la dignidad humana, nos reconfortaba la idea que no hacíamos mal a nadie y más bien con nuestra actitud tratábamos de concientizar a la gente con el uso de las cosas. Nosotros no teníamos mayores pertenencias y eso para nosotros era una liberación, un estado de tranquilidad y sosiego. Muchos de nosotros habíamos pertenecido a cierta clase acomodada, con ciertos privilegios y muy bien vistos, sin embargo tarde o temprano nos dimos cuenta de lo relativo de esa situación. Pedro había perdido a su esposa y a su hija en un intento por secuestrar a la menor. Lo había perdido todo y no quería seguir cultivando fanfarronerías como una casa en la playa o un yate lujoso. Así llegó Pedro donde todos estábamos.



La noche anterior a su ida tuvo una pesadilla. Despertó gritando y al día siguiente se fue pero no dijo ni una sola palabra. Su rostro era la de un hombre atormentado. Dos días después de su abandono nos enteramos de la terrible tragedia. Lo encontraron ahorcado, colgando desde un puente con algunos billetes de dinero deshojándose de su cuerpo inerte como si fueran parte de un árbol seco. Todos vimos esa imagen y quedamos realmente aturdidos. No se sabe si lo mataron o si se suicidó, pero nosotros creemos que la imagen de Pedro colgado del puente representa la asfixia de una sociedad que sólo cree en el dinero.


CAMINO AL PUEBLO SIN NOMBRE
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martes, 8 de junio de 2010

Ayudado por el corazón


HAY POCAS cosas que tengo que contarles ciertas. Una de esas es que no escribo de pura flojera, el ordenador está desordenado y mi mente sino exprimida está satisfecha. Y si escribo hoy es exclusivamente para los que le llega estas lecturas a sus correos con rapidez famélica. No sé por qué los escogí, no sé si quieran leerlo, no sé si llegarán a abrir el correo, no sé si terminarán de leerlo, no sé absolutamente nada de lo que ocurre tras sus computadores. Porque escribo aquí mensajes cortos, ideas fugaces, revanchas viscerales, abluciones entre comillas, sencillas razones de que mi inconformismo hacia la realidad es arribistamente ayudada por la inmediatez de este medio como el Internet.

Y, vamos, he escrito sobre hombres que mueren en la oquedad de una noche en un exceso de machismo, he escrito sobre mujeres que se rinden al placer de unos labios viriles, he escrito sobre señoras que no están en el rango físico atribuible a mujeres de pasados los cuarenta, pero que por su silueta compiten por las miradas de los más jóvenes e inexpertos, he escrito sobre la promiscuidad en la selva y sobre muchachas con problemas mentales que te ponen las tetas en la cabeza cuando viajas en el bus.

He escrito sobre todo esto siguiendo la tendencia, me imagino, de escribir raramente lo que pienso, y más bien escribir lo que pienso que otras personas piensan que yo pienso. No obstante, hoy me permito sublevarme de este vicio delicioso y decirles algo tan íntimo como que estoy muy enamorado. Este estado, de por sí inmensurable, para algunos podría decirse prematuro, aunque lleven mucho tiempo sustentando este hecho, sin embargo hay hechos concretos los que inauguran un estado que científicamente no se tiene idea de lo que es. Y eso ha pasado conmigo en poco más de un año con la persona que más amo en esta vida. Ella ha socavado mis rutinas como una hermosa mariposa que cada tanto va jugando a crear vida a través de un hecho involuntario como es el simple hecho de volar. Desde hace algún tiempo, no sé cuándo, he adquirido esta rutina mágica que constituye un hecho inequívoco de que el amor tiene que ver más con el inconsciente que con el estar despierto: Luego de vestir mi cuerpo y abrigarlo por pura necesidad, encajo en mi dedo anular un aro que simboliza mi compromiso hacia nuestro amor, y si se quiere ser más estricto, un compromiso de un compromiso futuro. Esa es la explicación, mas o menos cierta, de la curiosidad que suscita un dedo con un pícaro resplandor. Quizá sea este el motivo que no escriba con frecuencia. Como dice Sabina, la felicidad no se escribe, se vive, y mientas uno tenga sosiego doméstico las letras estan a la espera de sentir el fuego de la inconformidad que muchos tenemos contenida y que otros disfrutamos su ausencia.