jueves, 18 de septiembre de 2008

Sueño


Estaba nervioso, muy nervioso. Mi pecho hinchado y los hombros rígidos como costal de boxeo. Tú estabas a mi lado, mirabas adelante y nada más que adelante. Me acerqué a ti, y sentí tu calor, tu aroma. Mientras más me acercaba, más te sentía. Esa habitación estaba atestada de gente. Antes de acercarme a ti, la gente estaba caminando y hablando por todos lados, pero una vez que me acerqué a ti las personas comenzaron a desaparecer como unas burbujas de detergente que se rompían en cada segundo que me acercaba a ti. Por fin pude estar lo suficientemente cerca para darme cuenta de que mi pecho iba a explotar en algún momento y solo produje un espasmo de agitación, un suspiro de enajenación, un descuido del alma, una fugaz brisa de amor. Al parecer todo ese halo que envolvía nuestras circunstancias habían esclarecido todo el cuarto donde estábamos. Ahí estabamos nosotros, las sillas de madera, la ventana resplandeciente con un camino de luz y esperanza, el techo muy bajo y níveo, y el silencio de un mundo sin dueño, una coincidencia de mundos extrañamente diferentes, una convivencia de ideales distintos, una tregua de hombres de procedencia desconocida, dos personas que se miran en un descuido del destino y que ven a través de sus ojos el pasado de un amor que aún yace dormido, somnoliento, pero con la fuerza viva, para luchar, para pelear, para no darse por vencido. Un pañuelo se cae al piso, desconozco su dueño. Cae lentamente y mientras hace su viaje gravitacional hacia el suelo nuestros cuerpos se acercan en un viaje abismal que tienen a nuestras cabezas frente a frente, sosteniendo el mismo pañuelo, agachados y con nuestras sonrisas francas que desnudan el verdadero fin de nuestras almas. Nuestras sonrisas por más afán a la gloria que al miedo se encuentran en un beso que no tiene descripción, que no se puede decir qué estuvo involucrado en esa suerte de fenómeno de la naturaleza divino. Sólo hay dos testigos que no tienen que decir nada, solo se ven, se sonríen y todo esta tan callado, tan tranquilo como el mar, como el viento, como el cielo, como todo lo que siento cuando estoy contigo.


Lamentablemente cobro consciencia de que estoy soñando, sé que estoy soñando, he pasado tanto tiempo pensando en ti que he quedado dormido. Todo lo que he relatado se ve reflejado en un sueño, un sueño del cual no quiero despertar, un sueño que me angustia el alma de saber su naturaleza y su existencia, un sueño que aminora mi felicidad pero que no impedirá que nos amemos aunque nunca hayamos tirado de la misma cuerda. Quiero dejar la idea de que es un sueño y seguir contigo. Es lo único que me hace sentir bien. Egoísta me digo a mí mismo, aunque no me escuches, pero soy el culpable de que todo esto esté así, con mis frivolidades machistas, con mis arrebatos temerosos, con mis inseguridades de por medio, con todo lo que nunca sucedería en un sueño pero que al parecer éstas están presentes en nuestras vidas. Es un sueño, me odio por ser así. Sé que es un sueño y me aferro a ti, y lo vivo como si fuera la realidad, la realidad de la que escuchamos del otro lado de la puerta, la realidad que se convierte en un sueño voluntariamente y por desgano, por culpa y esmero de nuestras más insalubres pulsiones.

2 comentarios:

Chio dijo...

A veces nos aferramos tanto a los sueños, que parecen realidad, despertamos y no está.

dicen que nuestros mas profundos deseos se manifiestan en sueños...

besitos W.

Anónimo dijo...

Cer!! wuauuuu eso si q me llego muy profundo.........q buen relato de verdad... sabes q los sueños es lo mas hermoso q uno puede tener...y mas cuando estos se cumplen...ello me hace recordar a la obra de calderon de la barca "la vida es sueño" ..-Q es la vida un frenesí - Q es la vida una ilusión, una sombra una ficción q el mayor bien es tan pequeño y q toda la vida es sueño los sueños...sueños son:D............
Muy bien cer... te dejo...besitos