martes, 16 de diciembre de 2008

La desgracia de mi cuerpo


Nunca conocí su destino. En mi mente solo quedaron grabados la inmejorable figura de sus glúteos y sus decorosos y bien situados senos. Nunca la llegué a conocer a fondo, en el sentido de saber en qué pensaba, cuáles eran sus sueños, sus miedos, sus limitaciones, etc. Solo llegué a conocer de ella la superficie de sus palabras, sus frases chispeantes y desafiantes giradas en torno al barullo de lo populoso e intrascendente. De la niña de obesidad asolapada pasó a ser la muchachota de las piernas de acero, la de los brazos firmes y brillosos, la de los hombros desnudos y la espalda coqueta, la de las caderas pendencieras, la de la cintura de lápiz, la de las delanteras suficientes e independientes, en suma, en una mujer deseable por todos los lados que se les viera (balcones, puertas y paraderos). De la mocosa quisquillosa y movediza, atenta y risueña (a caso sus años más inteligentes), pasó a ser la adicta a los amigos mayores, a las suntuosidades, a las facilidades del mundo, y al incesante juego del arribismo. Por esos años el impacto debió ser duro: saber que todo el mundo comenzaba a verla distinta, no escapar a ninguna mirada, no era cuestión diaria. Algunas chicas comenzaban a sentir recelo por su excesiva forma de ser melífica y seductora, pero además en aquellos años del cambio, comenzaron a asomarse aquellos rasgos que en la adultez se asentarían con mayor dramatismo: su incipiente forma de manipular a los chicos, de conseguir favores siendo “linda”, arrojando una que otra frase adulona y cariñosa, pretendiendo ser la chica de todos sin ser tocada.

“Una cosa es ser una persona con buen cuerpo y otra, ser “solo” un buen cuerpo”. Me decía una amiga, con el prejuicio de una mujer que ha visto a su ex en brazos de una mujer con las medidas y características de una diosa del placer. Y no se equivocaba quizá, porque es fácil reconocer a una mujer que tiene el cuerpo como único valor, y es fácil reconocerla porque efectivamente, es fácil. Valeria era así, tenía todo para mostrar y lo hacía con sapiencia; conocedora vasta de sus atributos sabía cuál era el impacto de sus precauciones: los hombres se le acercaban, algunos toscos, otros elegantes, algunos pesados, otros ingenuos; todas las miradas estaban depositadas en cada esquina de su detallado cuerpo, cada curva era sometida al escrutinio no solo de las miradas lascivas de ellos, las miradas desaprobatorias de ellas y sus poses de censura no se hacían extrañar de igual manera.

Para escribir sobre Valeria, fue necesidad (como es comprensible) verla detalladamente. Expiar su comportamiento, hurgar sus intenciones, tratar de conjeturar sus sentimientos, sus deseos, sus temores. Una labor sacrificada y difícil pero necesaria, ya que es de muy mal gusto dar con alguien solo revisando los comentarios inoportunos y viscerales de terceros. Entonces, tuve que seguirla, verla, observar sus adicciones, sus relaciones, su familia, etc. Todo se tornaba confuso a medida que Valeria estaba a un metro de mí. No era lo que decía, ni siquiera como actuase, simplemente tenerla enfrente de mí obstaculizaba mi juicio sobremanera. Tenía que cambiar de táctica si es que quería comprender la naturaleza demoniaca de esta mujer, que tan solo con su aroma, me adormecía, me fatigaba, me desesperaba.

Esa noche muchos estábamos ya asentados. Yo me encontraba en una esquina conversando con un amigo; había pensado en que era necesario mantenerme a la distancia de Valeria si es que quería observarla con cierto grado de sensatez. Así que la esquina, el lugar menos dado a la luz, era perfecto para tales propósitos. Valeria hizo su ingreso exuberante. Muchos contemplaron su generoso escote al saludarla, sus esbeltas pantorrillas al sentarse, otros (más o menos afortunados) respiraron de su aroma loco al bailar con ella, otros (por no ostentar nada) se resignaron a su mirada indiferente, y otros (a estas alturas con los pelos de punta) no pudieron dominar su simplicidad al hablar. Valeria era desde los años en que era adolescente (y todo se había ubicado en sus lugares respectivos) el imaginario sexual de la multitud. Su sonrisa barata y su caminar llamativo eran imágenes (por qué no decirlo) que se convertían en películas, en escenas morbosas, en ficción desmejorada. Valeria siempre estuvo rodeada de hombres que tenían cierto poder sobre los demás. O eran los pendencieros del quinto de media, o eran los señores con plata los que la buscaban. Ellos la hacían sentir segura, la protegían de aquello que creía era “eternamente importante”.

El poder y el dinero, los vicios y las pomposidades, fueron todo aquello que le dio una extraña forma de ser feliz pero que a la vez la hicieron tan desdichada, y eso no es una gran novedad o misterio resuelto. Tan obscenamente manipulada, usada, maltratada. ¿Era una desgracia ser tan irresistiblemente deseable para Valeria? Sus caderas anchas, sus muslos recios, sus ojos claros, su boca seductora ¿Eran los culpables del destino de su personalidad? Mujeres exquisitas y despampanantes, vacías y ordinarias, pueden tener cosas en común, como el engaño, el resentimiento, la inseguridad, el odio, y esto añadido al limitado pensar que el poder lo es todo, hacen de personas como Valeria tan irresistiblemente ricas.

13 comentarios:

soleil dijo...

alguna vez lei en algun libro como un padre agradecia que su hija no haya salido tan bella como la madre, alegando que la belleza es una maldicion, y que nunca llega nada bueno de ella, xq la belleza a el mundo corrompe...

me gusto mucho tu escrito! siempre tan bien elaborado, felices fiestas!

L.A dijo...

los cuerpos bonitos son un llamativo que los hombres aprecian (amos) en plinitud, pero si duda si a eso no lo acompaña una buena cabeza, la verdad que nad tiene mucho sentido

Anónimo dijo...

http://swetsex.blogspot.com/

Gittana dijo...

Dioses!!!! la belleza aveces crea demasiados conflictos...

Feliz navidad...

Recomenzar dijo...

Fascinante tu escrito

abel arturo dijo...

Te agradesco por comentar mi blog, ademas queria hacer una aclaracion,no es que no me guste alonso cueto si no que ese libro a la vista no me parecia llamativo peeo despues de leerlo me enganche ademas la hora azul y demoniuo del mediodia sonnunas grandes novelas.
saludos y sigue visitando mi blog.

Cathy Pazos dijo...

De envida, cuerpos de envida, pero una amiga me dijo, tu envidias a las flcas regias y las flacas regias te envidian por todo lo que tu comes y ellas no pueden hacerlo, así es que la envidia es compartida...

Besitos gordos

:D

Unknown dijo...

lo que importa siempre es el corazon, el alma y los sentimientos, el resto muere

Ah! YA LLEGAMOSSSSSSSSSS :)
pero aun no posteo xq primero estoy respondiendo coments, pero ya lo haré ;)

bsos y gracias por los saludos

Patricia dijo...

La belleza lo engloba todo, cuerpo, alma e intelecto ;)
Precioso tu escrito!
Feliz Navidad y prospero anho nuevo querido amigo!!
un beso,

Esteban Ramon dijo...

Disculpen, nuevamente, la demora que me doy para contestar sus comentarios. Aunque sean pocos (o quizá muchos) los que siguen los comentarios del blog, es de malcriados y/o atolondrados no responder sus bienmerecidos comentarios. Este año ha sido muy bueno ¿no lo creen? O sea, me refiero a todas las cosas que nos pudo haber resultado peor; sin duda, un atenuante a nuestro pesimismo acostumbrado. Ahora sí, a conversar con ustedes:

Soleil, aún sigo en la búsqueda de un nombre artístico. Por lo pronto solo me queda reafirmar el mensaje, bien captado por su encantandora persona, de que la belleza "puede" representar una maldición. Al parecer la idea ya fue representada por otro escritor impulsado por recrear ese dramatismo del cuerpo perfecto.

L.A., concuerdo contigo. Por estos días me resulta dificil encontrar ese balance. Todas terminan siendo muy inteligentes.

Gittana, entramos denuevo al mundo bloggero, saludos y agradecimientos por la visita.

Mi despertar, me gustan tus labios. Ahora mismo te estoy visitando.

Abel Arturo, debo reconocer que no leí del todo tu post, quizá por eso la mala interpretación. Solo agregar que tienes madera asi que esté siempre haciendo buenas fogatas. Saludos.

Cathy, es frecuente el no estar conforme con lo que uno tiene; como dice mi mamá "uno añora lo que no tiene, y no valora lo que tiene". Saludos.

Fiore, tu eres puro corazón, alma y sentimiento. Que gusto me da conocer personas que desbordan felicidad. Iluminan mis sombrías penas. Suerte!

Patricia, tienes toda la razón. Esa belleza es aquella que se logra cuando uno se encuentra con uno mismo. Porque cuando uno esta bien, se ve bien!

Espero que se me ocurra algo bueno para antes de año nuevo, si no es así, desde algún recodo de un bar o peor aún, mi cuarto, les doy mis mejores deseos para el 2009 y que la navidad los haga muy felices. Gracias por sus comentarios

María dijo...

Perdona que no tenga tiempo de leerte tu post, únicamente, venía a desearte unos felices días llenos de paz, amor y felicidad y mucha felicidad para el año 2009.

Saludos.

Mariel Ramírez Barrios dijo...

pUES YO HE TENIDO ( DICEN OTROS) UN CUERPO ESCULTURAL A LOS 20,Y MI HIJA LO TIENE HOY.
PERO SIEMPRE HE SABIDO
QUE DEBEMOS DISFRUTARLO
MIENTRAS INVERTIMOS
EN LO ÙNICO QUE MEJORA CON LOS AÑOS
LA CABEZA
EL CORAZÒN
EL ALMA-
TE QUIERO TE DEJO BESO NAVIDEÑO Y UN DESEO PARA TODA TU VIDA
PAZ

misticaluz dijo...

mis mejores deseos de felicidad para ti, un fuerte abrazo

Un beso